El reencuentro.
Leyendo el libro “Espejos en Auschwitz”, entre las
páginas 35 y 62 encontré una sorpresa muy agradable: una referencia a la
cineasta Wanda Jakubowska (Varsovia 1907- Varsovia 1998). La referencia era a
una de sus primeras películas sobre la vida de las mujeres en el campo de
concentración de Auschwitz, “Ostatni etap” (“La última parada”, 1948). (Aquí
dejo el enlace de la película https://www.youtube.com/watch?v=jngFlQ-Ej8U).
Debo confesar que también tuve una no tanta sorpresa, un poco más desagradable,
cuando intenté buscar datos sobre su biografía y su manera de entender el
mundo: sólo he podido encontrar unos cuantos datos sobre su vida académica y
profesional. Creo que Jakubowska era alguien capaz de proponer muchos temas de
reflexión y que luchó por ser escuchada. El tiempo y la distancia han reducido
los 90 años vividos con intensidad a medio folio lleno de fechas. Folio que
invita a contextualizar el argumento de las películas de Wanda sin dejar
espacio para la expresión de sus sentimientos y opiniones. Y es que, cuando se
habla de su trabajo, también se borra a la mujer. No se reflexiona sobre su
voz, ni sobre sus sentimientos ni sobre sobre su manera de mirar la vida. Sólo
se analizan, con un poco de desgana y porque no hay otro remedio, los hechos que
narra y los datos técnicos aunque apunten hacia un estereotipo femenino.
Así, Jakubowska se muestra al mundo por
todo aquello que no está recogido en su biografía: no se encuentran padres ni
hermanos, no se conoce su infancia ni adolescencia ni el resto de vida, no
consta un marido ni un divorcio ni una residencia fuera de Varsovia, tampoco se
hace referencia a su posible descendencia. Tampoco se sabe si esta forma de
mostrarse al mundo fue un deseo de la cineasta. Sobre todo cuando se habla de
alguien que intentó dejar un testimonio del trozo de la historia que le tocó
vivir. Lo que sí parece es que esta tímida lista de fechas es un reflejo del
borrado social de las mujeres impuesto por el sistema patriarcal. Dificultades
de visibilidad impuestas sin excepción por el heteropatriarcado a todas las
mujeres para dejarlas fuera de los espacios públicos o, en el mejor de los
casos, en sus fronteras. Así, Jakubowska
queda reducida a una película que marca un hito en la manera de narrar y que
desarrolla un nuevo estilo en la forma de estructurar el testimonio de lo
vivido: la evocación del reencuentro. Pero se ha despojado a Wanda de una
genealogía, de una vida como ciudadana de su tiempo, de sus emociones y de su
voz. No parece que todo esto sea por respeto a su vida privada.
Wanda Jakubowska
estudió historia del arte en la Universidad de Varsovia. En 1942 es arrestada
por pertenecer al movimiento de la Resistencia Polaca. Tras permanecer 6 meses
en la prisión de Pawiak en Varsovia, Jakubowska es trasladada al campo de
concentración de Ravensbrück y finalmente a Auchswitz hasta el 18 de enero de
1945. La intensidad de las vivencias de estos años fueron determinantes de su
vida profesional y personal. Durante sus casi 50 años de su carrera profesional
dirigió unas 30 películas y escribió un número similar de guiones. Entre sus
películas, se encuentra una trilogía dedicada a sus vivencias y a las de otras
mujeres con actitudes de resistencia que lucharon contra el poder establecido en
Auschwitz- Birkenau (“La última parada”, “El final de nuestro mundo” e “Invitación”).
La primera de la trilogía, por orden cronológico, es “La última parada”, un
retrato de la vida de las mujeres en el campo de concentración. Jakubowska
recurre a su propia experiencia para ofrecer una imagen de la “fábrica de
muerte” mediante figuras retóricas típicas de la narrativa concentracionaria
tardía como la oscuridad y las imágenes realistas del campo. Así la película se
rodó en Auschwitz- Birkenau y unas 350 actrices fueron antiguas deportadas del
campo. Esto da autoridad a la película pero, no como un aclaramiento de la
opacidad del régimen nazi si no como un documento de los testigos. La película
puede considerarse como una muestra de la cotidianeidad de las mujeres en
Auschwitz sin querer mostrar la estructura funcional del nazismo como en otras
películas testimoniales como “Memory of the camps” de 1945 en la que predominan
las escenas de grupos, de la organización del campo y de su funcionamiento. En
cambio, lo que busca Jakubowska con su película mediante primeros planos y el
encadenamiento de expresiones es mostrar el espíritu de supervivencia y la
capacidad de generar ideas, creatividad y cotidianeidad por parte de la realidad
del campo mostrada como un “collage” hecho de esqueletos, cadáveres
amontonados, ratas y enfermedades como el tifus y la tuberculosis..
Aunque en la escala de valores de Jakubowska no ocupa el
primer lugar el feminismo ya que ella misma aceptó aspectos un tanto misóginos
del estalinismo, se puede considerar a esta cineasta como una de las
precursoras de la narración mediante testimonios del mundo femenino en los
campos nazis, además de ofrecer una alternativa a las tesis de Lanzman (1981)
que afirma que la ficción es una transgresión que acaba con el carácter único del
Holocausto y que las imágenes son sólo fetiches que no pueden elaborar la
memoria histórica.
Los discursos contra un grupo social consisten en
convertir al otro, en los espacios dialécticos públicos, en algo no humano,
distante y a eliminar. Una parte muy importante de la historia, a partir de los
últimos siglos, está escrita mediante testimonios de ambos bandos que comparten
un mismo mercado dialéctico y de opinión. En general, la recuperación de los
testimonios femeninos es más tardía que la de los hombres. Esto se debe a que en
la narración testimonial, se encuentran entremezclados el ámbito de lo personal
con el político y la voz femenina siempre ha encontrado dificultades para
llegar a los espacios públicos debido a la lógica patriarcal dominante. Así, en
España, hasta el siglo XXI no se recogen testimonios femeninos del Holocausto.
Cabe añadir que el guion de “La última parada” está
coescrito con Gerda Schneider, una comunista alemana que conoció a Jakubowska
en el campo. En el verano de 1945, Gerda y Wanda se encuentran en Berlín para
empezar a escribir el guion de “La última parada”. Gerda escribió la primera
versión en alemán y de su vida se sabe muy poco. Desde 1933 fue una presa
política del régimen alemán y muchos testimonios de su entorno la recuerdan
como alguien que adoptó una actitud valiente y ayudó a muchos compañeros desde
su elevada posición en la jerarquía de prisioneros.
Bibliografía
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