jueves, 30 de julio de 2015

Narración 5

Un adiós

Voy hacia el trabajo llena de recuerdos, de olores, de crujidos y de risas que aún resuenan. Y es que esta noche pasada no he estado sola. Ha sido noche de quererse, de confidencias, de reírse del reloj y de dejar que nos sorprenda el día. Noche de reflejos, de canciones, de cenar con la mesa bien puesta, de no mirar el móvil y de no mirar la vida. Noche de búsqueda de lo clandestino que ha ido dejando sus trazas en el hondón de las ojeras. Noche de avaricia del sentido como si fuera la última. Hasta estas noches terminan con un adiós.

Hoy me he dado cuenta que no siempre digo adiós de la misma manera. Y es que no todos los “adioses” son iguales.

Hay despedidas vestidas de arrepentimiento, de las que hacen creer que se ha hecho un esfuerzo inútil acudiendo a la cita. Cita en la que hemos sido lo más impresentables posible y la hemos teñido de gris, como si lloráramos hacia adentro. Sin embargo, hay despedidas que hacen amarillear el día, que lo convierten en un día de oro. Son el adiós de citas llenas de sonrisas que disponen las cosas como una cadena de facilidades hacia el éxito. También hay despedidas que aceleran el latido del corazón sin que hagamos movimiento alguno. Son despedidas que obligan a echar el freno y a darle la espalda a casi todo. Otras despedidas son trágicas y desgarradas como golpes que descabalgan de la vida. Otras maneras de decir adiós son liberadoras como deseos cumplidos. También hay despedidas fingidas porque anuncian un nuevo encuentro y hay otras más alegres porque han acabado con un desencuentro.


 Hoy, al despedirme me he sentido feliz y eso que no hay despedidas felices. Ha sido un regalo de los que hace la vida en el último beso. Hoy he podido dejarme llevar por la cadencia de la voz que quien me decía “adiós” al oído y he tenido de nuevo su quererme. Y lo he tenido dos veces con el aire de su gesto forzado resistiendo al sueño. Y lo he vuelto a tener una tercera vez cuando he alargado este momento cerrando los ojos. Y me he quedado en la calle, sola, bajo una lluvia de colores que me ha llevado más allá de cualquier adiós.

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